¿De dónde sale el poema?
Te dirás.
Sólo puede salir de la muerte,
es una reversión.
Aún no se le debe nada,
el cielo es grande.
En el techo reflejos de agua,
escuchas a un astro decir no.
El último sol
transfiere el fuego de mañana.
Se llama vértigo a lo que el poema
ha querido darnos y no se oyó bien.
Tenía el mismo miedo y silencio
de quien camina sin poder hablar
y esparce granos de sal contra la muerte.
Alguien pide tu firma en el vacío,
lo haces primero
en el agua,
una emulsión del cielo,
no se sabe
donde lleva lo labrado,
líneas como las que hace la muerte
en el aire,
nadie las ve.
El nombre disuelve el origen.
Rutas de aves que aquí abajo dejan huellas
como una escritura que ha querido estar allí
arriba
leve e incendiada
sin otras imágenes
que el movimiento incesante.
Ha necesitado la tierra
para representar el cielo.
Las ardillas que le daban miedo
se han convertido en otra cosa.
En los libros de aire
lo que encarna el perdón,
superposición de palabras
en vez de una extensión de ellas.
El peso
de una en otra.
[Otoño
de flanqueo]
¿Cómo es la muerte? Preguntó,
de arena se cubre el tiempo y la voz se seca. El sol de la noche y lo insoportable
se convierte en el aéreo perdón de quien se eleva con el propio silencio. ¿Quién
puede dibujar un gigante caído en el agua con la mano atrofiada de mirarla? No
temía las distancias, el ojo es simple, cada noche se cierra y se purga. Si
hablamos es para cansarla. La crisálida caída estalla. La alambrada no impide
el fuego, la ausencia, pero nada se encierra así, todo queda abierto, y la
sombra de la alambrada es otra alambrada. En la arena dibuja el viento una
casa. El
humo dispersa imágenes. Se aligera lo que subyuga, las aguas se rompen en dos
al chocar en el árbol. Sin darle importancia al poema, el aire se lleva la
noche (sic) lo que ha traído es polvo.
[odeón]
En la duración de las cosas no hay litigio, el no se incorpora a cada momento, la almendra tarda más en protegerse del cielo. Una vereda, el campo segado tiene debajo una ciudad. Las redes para pájaros –bajo el agua– ya apenas fibras de una palabra que se tensa en el cielo; las arregla… Las sombras –raquíticas– radiografías, dijiste. La montaña deja libre su río, ni se dirime, sólo se expande. El abismo, el espacio, y lo que está arriba ordenado en dibujos ¿No es eso la vida? Lo duro se rompe por el compas del sol que se clava. Pronto se acaba pero no se termina, así es la hierba, quien pasa sobre ella nunca lo sabe. el agua que no puede abrazar nada se abraza. La tierra no habla, intermitente tartamudea en otras voces muertas. Estamos juntos cociéndonos, el aire se vacía y el cielo es sólo una palabra que pesa menos. ¿Cuándo comienza a envejecer un árbol? es sencillo, se caen las hojas y quieres entrar en ellas más ligero, que pesen más y te aligeren, pesarlas en todas las circunstancias. El poema, a pesar de perder en las palabras todo, ha envuelto la luz con el papel del cucurucho lleno de agua. Antes se ha transferido el mensaje que borra la sombra. Todo se parece a un poema recién escrito que aún puede leerse en el aire.
[Carta]
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