12/10/19

Luminaria del 11 de octubre, 2019



¿Donde me perdí? Ni siquiera sabía el nombre del lugar donde me perdí, incluso cuando logré salir de allí tuve que inventar un nombre del que poder salir, y seguía perdido. Todo era como un sueño vacío. Y tuve que inventar otro nombre en el que poder entrar. Y allí, en ese lugar escribir para nadie, no tener esperanza de comunicación. Sentir que las palabras respiran por sí mismas, y que en la oscuridad de la noche, en la casa abierta, se leen a sí mismas, o una sombra con la voz de nadie, una voz que debe venir de arriba: la voz que dice: la felicidad está fuera de las palabras felices, meras cáscaras de saliva calcificada, y la felicidad silenciosa es sospechosa de sí misma, necesita hacer ruido porque el cielo ahora es más alto [glänz] el brillo de la nada en los ojos;la luz de la vela compite con la del fluorescente. Dos luces compitiendo por tu sombra, y aún ese brillo de la nada intacto en los ojos. No me interesa el silencio del mármol, ni el de la nube, menos que el del hierro o el de la tierra seca. Me interesa el silencio del hombre atravesado de mundo y de luz, el silencio de sus palabras enquistadas en el presente y su respiración bajo el cielo silencioso.

[luminaria del 11 de octubre de 2019]