¿Donde me perdí? Ni siquiera sabía el nombre del lugar donde me perdí, incluso cuando logré salir de allí tuve que inventar un nombre del que poder salir, y seguía perdido. Todo era como un sueño vacío. Y tuve que inventar otro nombre en el que poder entrar. Y allí, en ese lugar escribir para nadie, no tener esperanza de comunicación. Sentir que las palabras respiran por sí mismas, y que en la oscuridad de la noche, en la casa abierta, se leen a sí mismas, o una sombra con la voz de nadie, una voz que debe venir de arriba: la voz que dice: la felicidad está fuera de las palabras felices, meras cáscaras de saliva calcificada, y la felicidad silenciosa es sospechosa de sí misma, necesita hacer ruido porque el cielo ahora es más alto [glänz] el brillo de la nada en los ojos;la luz de la vela compite con la del fluorescente. Dos luces compitiendo por tu sombra, y aún ese brillo de la nada intacto en los ojos. No me interesa el silencio del mármol, ni el de la nube, menos que el del hierro o el de la tierra seca. Me interesa el silencio del hombre atravesado de mundo y de luz, el silencio de sus palabras enquistadas en el presente y su respiración bajo el cielo silencioso.
[luminaria del 11 de octubre de 2019]
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